jueves, 13 de abril de 2017

LA NIEBLA SIN MEMORIA



Si me preguntan que comí ayer casi no puedo recordarlo. Tengo una vida vacía de recuerdos, pero llena de conclusiones. Es como si mi vida se fuera borrando al mismo tiempo que la vivo. Como una burbuja que nace y explota casi al mismo tiempo, y no queda nada de ella. Pero la diferencia es que siento el pesado rastro que deja la burbuja: un rastro sin recuerdos. Un rastro que mutila posibilidades. Me angustia no tener memoria. Pienso que al no recordar casi nada seré más libre. Pero no sucede así. Hay una niebla espesa y casi invisible que cubre mi mirada. 
Tumbado en la playa escribo en el iphone, y veo esa niebla sin recuerdo; sentada en sillas, con sombrillas y perros, periódicos, sillas, mujer, niños y suegra. Veo esa niebla y me veo a mí. Siento cómo me observo en otras vidas, que son mi propia vida, y cómo esa niebla espesa  son recuerdos sin memoria; y se me pega a la piel, y decide por mí. Mira por mí. Ama por mí. Vive por mí. Las escenas sin recuerdo se me pegan a la sien. Y yo intento ser nadie. Intento recordar para poder olvidar; y olvidar que aún soy yo; sentado bajo la sombrilla, leyendo el periódico, con mujer, suegra y miedos; creyendo ser alguien que sabe lo que quiere. Pero tengo la niebla espesa detrás de mí. Y no recuerdo nada para poder olvidarlo.
Quisiera recuperar la memoria y no tener miedo a repetir.
Y nunca más tener que sentir un miedo que nunca fue mío.

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