Colecciono vidas.
No le guardo rencor al demonio;
Él me enseñó a respirar sin aire.
Ahora sé que sin él,
yo sería otro;
más torpe,
ignorante.
Gracias a él:
Buceé a través de los mares de la consciencia,
me enfrenté a los colmillos del alma,
bebí con los ángeles caídos,
los licores que abren la puerta del pecado,
probé el placer del sexo de los demonios,
y me gustó,
me tiré al precipicio de la nada,
y me esparcí en huecos de mí,
me reí de la moral,
pinté de azul los infiernos de mi alma.
El demonio me dio una brújula invertida,
y cerró la salida de la cordura.
Ahora me encuentro aquí,
en el mismo lugar que vosotros;
duermo,
voy al trabajo,
veo a mis hijos,
como, ando y follo,
hablo por teléfono,
me enfado,
busco dinero,
descanso,
veo la televisión,
pienso en ella,
colecciono besos y caricias,
me despierto feliz,
me despierto triste,
hago planes;
ya no tantos,
improviso momentos,
respiro,
incluso rezo y voy a misa.
En apariencia soy uno más,
pero no es cierto.
Ahora yo tengo el mapa completo de mí mismo,
y la brújula invertida que me dio el borracho.
Ya no hay pérdida posible.
Conozco todos los caminos que hay en mí.