Me abro las cuencas de los ojos cuando te miro.
Le pongo gafas al corazón cuando trato contigo.
Me muerdo la voz del alma al besarte;
para que no escuches el grito vagabundo que te busca.
Me arranco la piel después de amarte.
Vomito tus besos.
Me como el corazón para no recordarte.
Le pongo guantes a las palabras que te digo;
muros a los ojos que te miran,
espinas a las manos que te acarician.
Porque si no le pongo gafas al corazón,
ni me muerdo la voz del alma
después de amarte;
mis palabras van desnudas,
mi lengua sin espinas.
Perderé la batalla.