viernes, 13 de febrero de 2015

TIEMPO

 



Para qué las preguntas. Las respuestas para qué.

Olvidé lo que no quería saber.

Sembré de dudas cada paso,

y mis pies pesados de niebla,

resbalaron  deseos inventados.

Imaginé un mundo mejor que éste,

y respiré un aire que no existía,

pero el mundo que se piensa no existe.

En los vómitos de la dispersión,

comí sin saber que comía,

follé cerrado con almas cerradas.

Habitaba un espacio oblicuo,

con un reloj que contaba otra hora.

Para qué los relojes. Las horas para qué.

Sin perder un segundo,

agotado el instante en el instante,

viví una vida sin tiempo.

Desperté un día que no tenía mañana,

con el cerebro bombeando palabras,

y con el corazón pensando sangre.

Me quedé inmóvil en el segundo efímero,

dormido en infinitos de un reloj sin hora.

 
 

 

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