lunes, 6 de enero de 2014

SICOFONIAS DESDE EL ACANTILADO


Sólo llego a escuchar sicofonias de mi alma.
Como sí las palabras no fueran mías;
ajenas y distorsionadas.
Yo intento sintonizar esas voces que me llegan,
haciéndolas mías;
forzando mi yo hasta la rotura.
Pero se pierden en mi hueco profundo.

Entonces voy a socorrerme,
porque escucho un eco lejano de Socorro.
Parece que son voces de auxilio en un acantilado de invierno;
golpeadas por la mar embravecida.

La playa ahora aparece calmada.
Es la mañana siguiente, y
hay una suave calma;
tremendamente sospechosa.

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