He dejado de tener prisa.
Intensamente estoy ahora detenido en el presente.
Tras el desconcierto del sufrimiento,
el calendario ha muerto.
Mis pisadas sólo me llevan hasta hoy.
Borrado el recuerdo de lo vacuo,
me uno con el presente.
Ya no hago raros pronósticos;
el pronóstico soy yo.
Los amores de mujer que me han sido otorgados,
son eternos en mí ser y en ellas me reconozco.
Superado mi ego,
me reconcilio con ellas y las amo hoy para siempre.
La ceguera de mi alma no las veía;
sólo me veía yo.
Recuperada la vista las vuelvo amar a todas;
a las de antes,
a las de ahora,
a las que nunca pude amar..
Definitivamente a las mujeres hay que amarlas hoy,
como si hoy fuera siempre.