Aunque
tengo pasado,
mis
páginas están en blanco.
Desayuno
los días vacíos de propósito,
y
me muero todas las noches,
para
resucitar en las mañanas,
sin
memoria,
sabiendo
que sólo dispongo de este día para vivirlo.
Me
adentro en el mediodía,
sonriendo
por el triunfo de las horas vividas.
Almuerzo
sonrisas y plantas.
Por
la tarde meriendo nostalgias.
En
la noche,
paseo
por las calles sin rumbo,
libre
de cumplir promesas que no he prometido a nadie;
ni
tan siquiera a mí mismo.
Ceno
silencio.
Nunca
repaso el día.
No
hay nada que juzgar.
Metido
en mi cama duermo.
No
hay nada que proyectar.
Sólo
duermo.
Duermo
como duerme un niño:
desprovisto
de mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario