Se acabaron los poemas
suicidados
y el papel vacío de la locura;
la mañana herida de resaca,
la palabra hinchada de gritos,
la niebla espesa entre la vida y los versos.
Se acabó la poesía de alka-séltzer;
la servilleta tirita de papel,
la palabra ahorcada que sangra
tinta vómito por el poema ebrio.
Llegaron los días de la poesía
revelación que viene clara y limpia,
que surge a través del ojo que ve;
la piel atenta que siente y respira.
Llegaron los días de la palabra
que muda la piel en cada verso,
y se escapa libre del diccionario,
hacia otras vidas y otros puntos,
fugándose con los verbos nuevos,
hacia los prados llenos de adjetivos,
y los nombres florecidos de lo innombrable.
y el papel vacío de la locura;
la mañana herida de resaca,
la palabra hinchada de gritos,
la niebla espesa entre la vida y los versos.
Se acabó la poesía de alka-séltzer;
la servilleta tirita de papel,
la palabra ahorcada que sangra
tinta vómito por el poema ebrio.
Llegaron los días de la poesía
revelación que viene clara y limpia,
que surge a través del ojo que ve;
la piel atenta que siente y respira.
Llegaron los días de la palabra
que muda la piel en cada verso,
y se escapa libre del diccionario,
hacia otras vidas y otros puntos,
fugándose con los verbos nuevos,
hacia los prados llenos de adjetivos,
y los nombres florecidos de lo innombrable.
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