sábado, 23 de enero de 2016

EN NUESTRO TEMPLO NO HAY SITIO PARA LA MUERTE



Me templo en tu templo,

mientras alguien que fui yo,

muerto de miedo hacia el olvido,

reza murmullos de pérdida quimera.

 

Pero a mí me basta,

desterrar al impostor

de este ahora contigo,

y quedarme muy quieto,

sin cerebro,

en esta eternidad

instantánea de tu cuerpo;

que ahora ya

no distingo del mío.

 

En nuestro templo

          no hay sitio para la muerte.

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